Tiempo atrás, nuestras ganas individuales de emprender se unieron en un solo sueño.
En ese momento, la coyuntura nacional no era la más favorable y llevar a la práctica cualquier tipo de idea implicaba grandes riesgos. Pero: ¿cómo hubiera sido nuestra vida si no hubiéramos tenido el valor de intentarlo?
Los orientales vivencian la crisis como una oportunidad. Gustavo Cerati, cuya obra nos acompaña y nos conforma, entendió que sacar belleza de este caos es virtud.
Compartiendo esa sintonía, también entendimos que vivir con plenitud es arriesgarse a expresar los sueños y, en definitiva, lo que somos. Teníamos que hacer Luvré para poder decir -hoy- que somos Luvré. Nos propusimos ser nosotros, en la forma más simple y auténtica, y que eso sea el ADN de nuestro emprendimiento.
Por todo eso, nos esforzamos al máximo cuando buscamos que nuestros productos tengan la mayor calidad posible. Y cuando la alcanzamos, mantenemos la honestidad en nuestros precios; ya que estamos convencidos de que no existe una correspondencia unívoca entre precio y calidad. Una de nuestras premisas es demostrar que se pueden hacer productos de gran calidad con precios razonables. Esta es una manera de acompañar y de cuidar a nuestros/as clientes/as.
Todos nuestros distribuidores, proveedores, clientes y amigos comparten nuestra visión y eso hace que estemos inmensamente agradecidos de haberlos/as cruzado en nuestro camino. Sabemos que nos guían el amor y las buenas vibraciones, que compartimos con ustedes, y que eso es lo que genera la gran y auténtica diferencia en absolutamente todo.
Queremos trascender por el aporte a un cambio beneficioso y positivo que, unido al del resto, sea cada vez más grande.
Queremos hacer y ser lo mejor de nosotros mismos.
Queremos hacer y ser Luvré.
Siempre agradecidos,
Fede, Mati y Rodri.